El despertador sonó muy temprano. Me levanté algo nerviosa, asegurándome de tener tiempo suficiente para no llegar tarde a mi primer día de trabajo. Quería causar una buena impresión. Mientras me desplazaba en mi coche, varias preguntas rondaban por mi mente: ¿Cómo serán mis nuevas responsabilidades? ¿Me llevaré bien con el resto del equipo? Y mi nuevo jefe, ¿será una persona accesible?
Continuando con la historia anterior, tras un día lleno de novedades e incertidumbres y con sentimientos encontrados (ilusión por empezar un nuevo trabajo, pero también cierto temor por cómo irán las cosas), al regresar a casa, familiares y amigos/as, ansiosos por saber cómo le había ido a nuestra protagonista, escucharon lo siguiente: “Estuve esperando un buen rato porque mi jefe llegó tarde y luego tuvo una reunión.... Una compañera me explicó algunos detalles, pero no fue hasta la hora de la salida cuando finalmente tuve una mesa y me presentaron a alguna persona más del departamento. De momento, no tengo ordenador...”
Los primeros momentos en la nueva empresa son determinantes para la imagen y las sensaciones iniciales que vamos a generar en la persona recién incorporada. Para evitar experiencias como la descrita, un proceso de Onboarding bien diseñado e implementado es esencial.
Un eficaz procedimiento de Onboarding considera las necesidades emocionales y técnicas de los nuevos miembros del equipo. Podemos definirlo como un conjunto de acciones que tienen como objetivo planificar la incorporación, sociabilización y seguimiento de los/as nuevos/as profesionales que se integran en la organización.
Son muchos los beneficios a destacar:
Facilita la implicación e identificación de la persona trabajadora con la empresa. Acorta el periodo de adaptación, resultando en una mayor productividad y comprensión de objetivos y expectativas.
Reduce los sentimientos de "indefensión" y el "síndrome del/la nuevo/a", caracterizado por la incertidumbre sobre qué hacer y qué decir.
Garantiza una acogida y formación homogénea para todas las nuevas personas empleadas.
Mejora la imagen interna y externa de la empresa (Employer branding).
Para desarrollar un proceso adecuado de Onboarding, es importante tener en cuenta varios aspectos:
Que recoja toda la información necesaria. Qué transmitir y cómo hacerlo: información corporativa y exigencias específicas del puesto.
Personas implicadas (jefe/a inmediato/a, Recursos Humanos, tutor/a, equipo al que se asignará, etc.).
Preparación del circuito y programación de entrevistas y/o encuentros, así como la formación inicial.
Es muy interesante diseñar un Kit de Acogida digitalizado (multimedia) por sus numerosas ventajas:
El kit de acogida digital está siempre accesible, permitiendo consultarlo en cualquier momento y lugar. Se puede acceder sin importar la ubicación geográfica, facilitando la integración de equipos dispersos geográficamente.
Permite incorporar contenidos atractivos e interactivos con una navegación sencilla y adaptada según el rol de la persona empleada.
Reducción de costes por actualizaciones rápidas, fáciles y sin uso de impresión de materiales físicos.
La información debe dosificarse durante la acogida, haciendo un seguimiento constante. Las técnicas pueden variar (reuniones regulares, cuestionarios de satisfacción, entrevistas del talento, etc.) y permiten detectar áreas de mejora y puntos fuertes en el proceso.
Invertir en un proceso de Onboarding es invertir en el presente y futuro de nuestras personas, ya que crea una base sólida para una rápida integración, satisfacción y desarrollo en su nueva empresa.